En lo personal, y en este momento, daría casi cualquier cosa por unos buenos masajes. Pero más allá de la total relajación, del alivio de contracturas y tensiones, un masaje bien hecho también tiene otros beneficios sobre nuestro cuerpo.
Los efectos de una serie de movimientos y pequeñas presiones manuales rítmicas, en las distintas zonas del cuerpo, sobre la superficie y en los tejidos blandos, son muchos. Muchos masajistas recurren al auxilio de aceites esenciales u otros productos acordes que les ayuda en el proceso y profundiza más la experiencia para quien recibe el masaje.
Antes de pasar a enumerar los beneficios del masaje, compartiremos algunos pequeños consejos que podrán ayudarte a que tu sesión sea realmente aprovechable.
Si estás por concurrir a una sesión de masajes se recomienda no comer, o haberlo hecho con un tiempo de antelación y de forma liviana. Vaciar la vejiga y no haber bebido infusiones excitantes, como té o café, también son consejos válidos.
Será necesario durante la sesión en sí, y para disfrutarla realmente, confiar en el masajista y permitirse el goce, relajarse y no preocuparse por nada. Una buena idea será concentrarse en la propia respiración y en las distintas sensaciones por las que el cuerpo irá pasando.
Muchas veces el terapeuta acompaña la sesión con música que ayude a la relajación o se hace en completo silencio, no obstante, será importante comunicar al profesional ante cualquier sentimiento de incomodidad, frío o cualquier cosa que pueda distraer la atención.
Pues bien, los beneficios son muchos y diversos: reduce la irritabilidad de los nervios y relaja los músculos, aumenta la capacidad de trabajo de los músculos, favorece la circulación y alivia la pesadez de las piernas, estimula el flujo de la linfa, aumenta la capacidad de las defensas y fomenta la liberación de las toxinas.
Así también, ayudará a mantener los huesos fuertes y sanos, y la piel en buen estado gracias a la estimulación de los vasos más superficiales.
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