Dentro de las muchas fobias posibles que pueden sufrir los seres humanos, se encuentra la agorafobia, cuya etimología significa temor a los espacios abiertos o públicos con mucha gente. En específico, el término se conforma de la conjunción de “ágora”, plaza en griego, y “fobia”, miedo.
Estas personas evitan a toda cosa estar en sitios públicos o incluso les cuesta mucho salir de la casa, y pueden sufrir ataques de pánico de manera frecuente. En un grado severo, la agorafobia puede causar problemas de índole social y familiar, primero, y luego también laborales y académicos.
Este tipo de personas suelen requerir de una compañía que les de confianza y seguridad para salir. De no tratarse, este trastorno puede llevar a graves problemas de relación y de la vida cotidiana en general.
La agorafobia puede deberse a muchos motivos, algunos psicológicos y otros fisiológicos, entre éstos últimos puede darse como consecuencia de un desorden hormonal, como el hipertiroidismo o hipotiroidismo, arritmias, angina de pecho, asma, hipoglucemias, como parte del síndrome premenstrual o incluso por un embarazo que ocasiona cambios hormonales profundos.
Los síntomas, por su parte, van desde el sentir miedo a estar solo o perder el control cuando se está en público, miedo a la separación, ansiedad por estar en lugares donde la salida sea difícil, hasta sentimientos de desesperanza y de que el ambiente es irreal.
En todo caso, y siempre ante la primera sensación de pánico o angustia, lo recomendable será acudir a una consulta profesional. Siempre se podrá hacer un examen físico y una evaluación psicológica para tratar de diagnosticar el trastorno de angustia. Luego, se verá qué medidas y qué tratamiento será el más adecuado, según el caso.
Vía Vidaok
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