Para poder controlar el colesterol y tenerlo dentro de los límites considerados saludables, esencial será entonces hacer mediciones periódicas: la hipercolesterolemia -o también llamada dislipemia– es una enfermedad que no presenta síntomas ni duele, de aquí que haya muchos que la padezcan y lo desconozcan, por no presentar señales.
Por esto, esencial será hacerse chequeos frecuentes y controlar el nivel de colesterol en sangre. Vale recordar que no es algo menor y que es factor principal de riesgo cardiovascular.
Toda persona, aunque esté sana, mujer de más de 50 años y hombre de más de 40 años, debe incluir en sus análisis de rutina su colesterol. Si existen antecedentes familiares, los especialistas recomiendan hacerlo desde más temprano.
Suele haber confusiones con respecto al colesterol: el colesterol es, en realidad, una sustancia grasa natural que forma parte de las células del cuerpo humano y es necesaria para el normal funcionamiento del organismo. Una persona sana precisa consumir 250-300 mg al día.
El problema comienza cuando la ingesta a través de los alimentos es mucho mayor a la necesaria y empieza entonces a acumularse en las arterias. Si bien los huevos (en exceso) y lácteos enteros aportan colesterol, los alimentos más peligrosos son los de origen cárnico.
En caso de que una persona presente niveles elevados de colesterol malo, será el médico el que indicará el tratamiento a seguir. Pero, además de llevar una dieta sana y equilibrada, y de tomar la medicación prescrita, esencial será moverse más. Una vida más activa es necesaria para incrementar además el colesterol bueno, que protege el corazón.
“Realizar ejercicio aeróbico entre tres y cinco veces por semana, adaptado a la situación biológica de la persona, permite aumentar los niveles de nuestro colesterol bueno, además de controlar nuestro peso, algo fundamental para controlar los triglicéridos y nuestros niveles de azúcar“, aseguró al respecto Pablo Pérez Martínez, especialista en Medicina Interna del Hospital Reina Sofía de Córdoba.
La dieta Mediterránea sigue siendo la opción occidental más saludable: con abundante consumo de frutas y hortalizas, reducción de grasas saturadas y fibra, puede ser una buena medida. Legumbres y frutos secos también ayudan a reducir el colesterol. Las dietas vegetarianas también pueden obrar “milagros” en casos de colesterol alto, cuyos beneficios serán manifiestos para todo el organismo.
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